Este es un fragmento en la vida de Ricardo, una historia de hoy en día que puede ocurrir en cualquier ciudad del mundo. Ricardo es un muchacho de unos 35 años procedente de un pueblo de Castilla, está empleado en Barcelona, en una empresa de distribución de artículos de ferretería donde trabajan otras 27 personas. Su cometido es seleccionar y organizar los productos que cada día tienen que ser preparados para su posterior reparto, es un trabajo minucioso y que necesita de gran concentración para no olvidar ningún artículo y conocer con exactitud la ubicación de cada uno de ellos dentro del gran almacén donde conviven más de 100.000 referencias distintas.
Ricardo vive solo en un pequeño apartamento alquilado en el extrarradio de Barcelona, le coge muy a mano para desplazarse cada día a su lugar de trabajo ubicado en un polígono cercano, su vida gira en torno a su empleo en la empresa, pues le ocupa la mayor parte de su tiempo.
Tiene un carácter tímido y no es muy hablador, su tiempo libre en casa lo destina a navegar por las redes, viendo películas online y leyendo manuales técnicos relacionados con su trabajo, de vez en cuando se queda con algunos compañeros en el bar de al lado para tomar unas cervezas y charlar de forma distendida, pero después al marchar a casa, se siente solo y no encuentra muchas alternativas, ya que no es hombre de cosechar muchas amistades ni conoce a otras personas que no sean los compañeros de trabajo, con los que tan sólo mantiene una tibia relación profesional.
Una noche en casa, mientras miraba noticias en los periódicos digitales en su ordenador, vio publicidad de una página web de contactos, en la cual tras registrarse podría elaborar un perfil de su personalidad, sus gustos y aficiones para así encontrar una pareja compatible, esto llamó su atención y sin perder tiempo se registró y siguió minuciosamente todo el proceso de afiliación, en dicho proceso debía reflejar información sobre su vida y opcionalmente podía incluir una fotografía. Después del proceso pudo acceder a fichas de mujeres afines con las que poder entablar conversación para empezar a conocerse.
Tras visualizar varios perfiles, eligió varias que no incluían fotografía, él tampoco había puesto la suya pues era tímido y quería discreción. Tras enviar un email a algunas candidatas que eligió, obtuvo la respuesta de una de ellas, Susana, la cual según decía en el correo, estaba dispuesta a conocerlo de forma inmediata, pues buscaba relaciones fugaces e intensas sin ningún otro interés que el sexual, a lo que el pareció no estar dispuesto. Ricardo buscaba una relación duradera con alguien con quien compartir su vida y constituir una pareja, por lo que contestó rápidamente cortando las aspiraciones de Susana.
Al día siguiente recibió el email de otra de las posibles candidatas, el cual decía: Hola Ricardo, en respuesta al interés que has mostrado por mi perfil, en este primer correo me gustaría que me escribieras tu descripción física y me hablaras de tus sentimientos cotidianos con la gente que te rodea, con tu familia, tus amigos y personas ajenas con quien te relacionas habitualmente, esto servirá para hacerme una idea mental sobre ti cuando te responda, de esta manera te pongo cuerpo y carácter, un bonito juego que me permite expresarme con mayor empatía y también dar alas a mi creatividad para relacionarme contigo.
Cristina es una chica tímida que también había escogido ese medio para relacionarse con más facilidad, ella entendía que era mejor empezar sabiendo los gustos y ocupaciones para más tarde profundizar, seleccionando solamente a candidatos con las mismas inquietudes que ella, también le gustaba suministrar poco a poco aspectos personales sólo mediante el intercambio de correos y no propiciar un encuentro físico ni telefónico hasta no tener más conocimiento acerca de la otra persona, una vez escrutada con avidez toda la información y después de un inteligente análisis obtenido tras leer entre líneas los emails recibidos, en esto Cristina es toda una experta.
A Ricardo le gustó la respuesta de Cristina, para él era un reto escribir sobre sí mismo, no sabía por donde empezar ni como describirse, nunca se lo había planteado y le causó cierta inquietud, tuvo que pensar e ir extrayendo de sus adentros todo el conocimiento que poseía acerca de su propio carácter y sentimientos, después de muchos tachones y correcciones, se dio cuenta de que no era tarea fácil ser sincero consigo mismo y hablar con exactitud sobre su persona, era un ejercicio de introspección al que no estamos acostumbrados.
Todo esto propició una ocupación extra que puso una brizna de luz en la vida de Ricardo, propició dosis de ilusión tras salir del trabajo, como cuando los niños salen del colegio, pues estaba deseoso de llegar a casa para escribir acerca de sí mismo, se tomó su tiempo en realizar un análisis profundo de su personalidad antes de contestar a Cristina, y después de muchas horas y varios días de reflexión, cuando lo decidió terminado, lo envió cuidadosamente esperando una rápida respuesta por parte de Cristina.
Cristina lo recibió y se quedó sorprendida al ver la extensión del escrito en el que Ricardo hacía un análisis pormenorizado de sus valores, sus miedos, sus gustos, sus sensaciones con la gente y el modo en que entendía la vida, todo ello perfectamente redactado exhibiendo una gran dosis de realismo, la sensación de que lo que estás leyendo pertenece únicamente a esa persona y la define con todo lujo de detalles, Cristina quedó impresionada pues ahora la pelota estaba en su tejado, y no era cualquier pelota, quien escribió aquello era una persona con una sensibilidad e inteligencia emocional realmente valiosas, y ella se sentía reflejada en la mayoría del texto, es como si hubiera encontrado en Ricardo su complemento. Lo volvió a leer una y otra vez y en cada ocasión se sentía más identificada, de hecho, aquel escrito lo podría haber redactado ella para definirse a sí misma.
Esa misma noche y sin perder tiempo, Cristina comenzó a escribir la respuesta para Ricardo, quería que él sintiera lo mismo que ella al recibir la suya, por lo que fue directa y sincera, sabía que siendo ella misma podría transmitir de igual manera la grata sensación que ella sintió al conocer los aspectos que definían la personalidad de Ricardo. Tardó horas en reflejar detalles y aspectos de su personalidad nunca antes compartidos con nadie, y sin perder tiempo se apresuró a enviarlo esperando ansiosa una respuesta de Ricardo.
Ricardo al recibirlo se dio cuenta que algo grande estaba ocurriendo, sabía que eran almas gemelas y que tarde o temprano sus vidas terminarían juntas. No pararon de enviarse correos a diario, intercambiando momentos y anécdotas de su vida, iban poco a poco intimando el uno con el otro, aunque ninguno se atravía a dar el paso siguiente, conocerse personalmente. Era tal la magia que les envolvía, que inconscientemente temían perderla si se conocían en persona, de tal forma que habían evitado darse datos personales de contacto, domicilio o trabajo, tan sólo conocían su nombre y apellidos por venir reflejado en sus correos electrónicos.
Ricardo quiso darle una sorpresa, quería enviarle un ramo de flores y llamó a Telerosa para ver si existía la posibilidad de poder localizar el domicilio o lugar de trabajo de Cristina tan sólo con su nombre y correo electrónico, estos eran los únicos datos que tenía de ella. Después de hablar con la tele-operadora de Telerosa, ésta le dijo a Ricardo que con el correo electrónico de Cristina, le podían escribir pidiendo permiso para de forma confidencial obtener su dirección y poder enviarle su regalo, siempre y cuando Cristina aceptara recibirlo, a lo cual accedió.
Ricardo había pensado enviarle un bonito ramo de flores y unas rosas con una nota personal que había escrito previamente. Lourdes, la operadora de Telerosa, le confirmó telefónicamente a Ricardo que habían contactado con Crisitina y que era posible entregárselo, aunque esta información era confidencial y no se la podrían facilitar, lo que Ricardo aceptó sin problemas y procedió a confirmar el pedido de sus flores para Cristina.
Llegado el día escogido para la entrega del ramo de flores, Ricardo estaba nervioso mirando su móvil esperando la confirmación de entrega y, cual fue su sorpresa al ver como un repartidor de Telerosa pasó por delante de su despacho con un ramo de flores idéntico al que él había encargado, se trataba del mismo e iba destinado a una compañera de trabajo que se encontraba en la planta superior del almacén, justo en las oficinas de la empresa de ferretería en la que trabajaba, era Cristina, la encargada de asuntos financieros de la empresa.
Ricardo no daba crédito, Cristina, su compañera de trabajo en la que él nunca se había fijado debido a la timidez de ambos y a las pocas veces que tuvieron para hablar o conocerse dentro del ámbito laboral, junto a la imagen que él se había formado de ella, de persona lejana y distante. Pero lejos de eso, tras esa imagen se escondían dos personas con inquietudes y carácter calcados, sólo era cuestión de rascar en la superficie y traspasar esa primera capa que todos nos ponemos.
Sorprendido con aquel acontecimiento totalmente inesperado, fue tras el repartidor y observó la cara de Cristina al recoger las flores, vio su amplia sonrisa y cara de felicidad nunca antes vista en ella, pero no tuvo valor para decir nada en ese momento, en cambio ella si se percató de la presencia y la mirada de Ricardo tras el repartidor, lo cual le extrañó pues el nunca pasaba por aquellas dependencias, siempre permanecía en su puesto de trabajo, Ricardo y Cristina, Cristina y Ricardo, todo encajaba, era mucha coincidencia, ambos se miraron fijamente y sintieron la familiaridad que les unía desde hace meses a través de sus correos, no pudieron esperar y en medio de una gran sonrisa se dieron un abrazo sin dejar de mirarse, así estuvieron unos minutos ante la mirada atónita del resto de compañeros.
La historia de amor ya había comenzado y en este momento quedó inaugurada ante la expectación de los presentes..
Paradoja: A veces la vida, las circunstancias y nuestro carácter no nos dejan ver con claridad, hay que dar un pequeño rodeo para llegar a nuestro destino, pero al final, llegamos.
Francisco G.M. (Barcelona)