Los tulipanes son flores que proceden del imperio otomano, época durante la cual los turcos la encontraron en Anatolia y la emplearon para adornar los jardines de Estambul. La perla azul, la luz del amanecer o la gota de rubíes eran algunas especies de tulipanes de las más de 1300 existentes consideradas como símbolo de la creatividad e incluso de la sensualidad.
Los tulipanes se importaron a Holanda durante el siglo XVI y fue en el año 1592 cuando el botánico flamenco Carolus Clusius que realizaba investigaciones médicas con ellos, escribió acerca de los tulipanes con tanta notoriedad que hizo aumentar su popularidad de tal manera que la gente entraba en su jardín para robar los bulbos. Fue poco a poco generándose una gran adicción por esta colorida y curvilínea flor de igual manera que crecía la Edad de Oro holandesa, fueron protagonistas de cuadros y de festivales, tenían tal popularidad que la gente los coleccionaba e intercambiaba, por ejemplo los de colores lisos eran más baratos y los rayados eran más caros debido a la rareza de estas flores y la dificultad para conseguirlas.
Esta fiebre siguió aumentando y en el año 1634 se pagaban auténticas fortunas por los ejemplares más raros, para hacernos una idea, una tonelada de queso costaba 120 florines y en algunas transacciones se pagaban 2500 florines por un solo tulipán, es decir más de lo que valían 20 toneladas de queso.
Se llegaron a pagar 6000 florines por bulbo, una gran cantidad de dinero si comparamos con el salario medio de la época, entre 200 y 400 florines. Se llegó a crear un mercado de futuros para asegurarse los mejores bulbos y poder especular así con su precio, fue conocido como el “Negocio del Viento” pues no se invertía en flores existentes o bulbos plantados, sinó en los futuros bulbos que se plantarían y al año siguiente serían flores.
Los precios seguían aumentando tanto que artesanos, aristócratas y gentes de todo tipo no paraban de comprar, ninguno quería perder la oportunidad de entrar en un mercado en el que el precio no paraba de subir, muchos vendían sus propiedades para comprar bulbos de tulipán y así se seguía alimentando la burbuja, un único bulbo fue cambiado por 24 cerdos, dos molinos y una tonelada de mantequilla.
Fue en febrero de 1637 cuando alguien pagó 90000 florines por 99 bulbos de tulipanes y al día siguiente como por una especie de reflexión, nadie quería comprar más bulbos, parece que empezaron a ser conscientes de la locura colectiva a que estuvieron sometidos y esto hizo estallar la burbuja creada con los tulipanes, todo el mundo puso los tulipanes a la venta pero nadie compraba, esto provocó el desplome de precios y saturó el mercado de flores, lo que ocasionó la ruina de todo el mundo y provocó que Holanda entrase en quiebra.
Nunca se perdió la tradición por las flores, de tal manera que Holanda actualmente es llamada la “floristería del mundo”, famosa por los tulipanes que se siguen cultivando y por festivales organizados en su honor tanto en Holanda como en Nueva York. Existen numerosos mercados de flores donde se realizan las mayores subastas del mundo.
Holanda produce unos 3000 millones de bulbos de tulipán al año, de los cuales se exportan unos 2000 millones, cuya mitad apróximadamente van a Estados Unidos.